En el mercado podemos encontrar una gran cantidad de fórmulas para alcanzar el éxito en el mundo del marketing; sin embargo, no todas son efectivas: algunas de ellas tan solo buscan sacarnos el dinero. No obstante, la técnica de AIDA, aunque algunos expertos la consideran obsoletas, lo cierto es que todavía sigue teniendo unos resultados increíbles. De hecho, se le considera como la base de muchos de los métodos que podemos encontrar actualmente. Se calcula que ha hecho ganar muchos millones a aquellas personas que la han utilizado. A continuación, te vamos a explicar en que consiste.
¿Qué es y en que consiste AIDA?
Para comprender en que consiste el método AIDA hay que estudiar las diferentes siglas que lo componen: A(Atención): Hay que poner toda tu atención en lo que quieres conseguir y que el público se centre en lo que ofreces I(Interés): Consigues crear un producto que realmente atraiga al público. D(Deseo): Consigues que los demás quieran conocer la solución que has propuesto. A(Acción): Les aconsejas que actúen de una forma determinada.
Atención
En este punto en lo que tenemos que hacer es basarnos en cómo vamos a conseguir que nuestros clientes se centren en lo que les ofrecemos. Normalmente le tenemos que hacer una promesa u ofrecer algún tipo de fórmula que les haga empezar a sentir curiosidad. Es muy importante que puedas determinar exactamente cuáles son tus clientes potenciales: de esta manera conseguirás segmentar el mercado para analizar a quien te puedes dirigir y conseguir el mayor número de conversiones posible.
Interés
En el momento en el que llamemos su atención tenemos que hacer que se sienta interesado por lo que le vamos a ofrecer. Para ello tenemos que comprender a la perfección cuál es su problema y poder ofrecerle una solución. Una de las formas más sencillas de conseguir despertar su interés es contando una historia de una supuesta persona que sufre un problema cotidiano. Imagina, por ejemplo, que quieres vender un producto eficaz contra la migraña; en este caso crearemos un personaje que tiene ese mismo problema con la idea de poder conectar con el público. Si esa persona es capaz de sentir afinidad con ese personaje ficticio, ya nos lo habremos metido en el bolsillo.
Deseo
Ahora bien, por si solo el interés no es capaz de generar deseo. Tenemos que ir mucho más allá estableciendo todos los beneficios que aporta ese determinado producto. ¿Qué va a conseguir el cliente si realmente prueba lo que le ofrecemos? La idea es indicarle el camino que va a seguir para partir desde el punto A (establecimiento del problema) hasta el punto B (cuando ya lo ha solucionado).
Atracción
Lo hemos atraído, hemos despertado su interés, hemos generado deseo y ahora lo único que necesitamos es que se decida. Cuando ya creamos que lo tenemos ganado, tan solo tenemos que indicarle lo que tiene que hacer a continuación. Una efectiva técnica en la que, casi sin saberlo, se basan muchas otras técnicas actuales.
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